El clásico más lindo del mundo

Sin ser el
partido con más marketing, Huracán y San Lorenzo disputaron luego de 43 años,
el clásico porteño versión de verano en la ciudad de Mar del Plata. Un partido
con emociones y con un resultado que deleitó a todos los quemeros.

El conjunto
azulgrana llegó al encuentro con varias dudas respecto al nuevo estilo de juego
implementado por su flamante DT, Pablo Guede. Por el otro lado, el Globo se
limitó a mantener el plantel y con algunas pocas bajas más las contadas
incorporaciones mostró la solidez que venía arrastrando bajo la conducción de
Domínguez.

Con todo el
folklore y el color en las tribunas que tanto se extraña en el fútbol
argentino, en el estadio Minella hubo un buen espectáculo futbolístico donde
ambos equipos no se guardaron nada.

Huracán apostó
por momentos a jugar de contra y le costó tener más la pelota, sobre todo en la
mitad de la cancha donde se notó la ausencia de Vismara ya que había más juego
que recuperación y durante el primer tiempo Toranzo y Montenegro no estaban
acertivos.

Sin embargo
antes del complemento, la pegada única del Rolfi puso en ventaja  a través de un tiro libre al equipo de Parque
Patricios. Luego, en el segundo tiempo, dos goles con pocos minutos de
diferencia. El primero de Wanchope y el segundo de Espinoza, llegaron por
desatenciones en la defensa del Ciclón, que se arriesgó a jugar demasiado
adelantada.

Apenas un
gol pudo convertir el equipo de Guede para el 3 a 1 definitivo que hizo delirar
la tribuna roja y blanca. Dentro de la pretemporada, Huracán lleva ganados
todos sus amistosos tanto con equipos titulares como alternativos y en el
clásico más lindo del mundo sólo mantuvo la racha. A veces no hay tiki-tiki,
pero hay efectividad y en partidos como estos, alcanza.