Partido

De regreso al Ducó

Por

Leandro González

10/09/2016

CA Huracán

En la vuelta al Ducó después de varios meses, Huracán apenas empató con Quilmes por 1-1, en un partido donde el único jugador que aprobó fue Ignacio Pussetto.

Tan llamativo, incluso podría calificarse como “raro” fue el desempeño del conjunto de Domínguez (él incluido), tanto individual como colectivo, que fue el ex Rafaela, justo el que venía cuestionado por las situaciones no convertidas en la primera fecha, en base a sacrificio y buen manejo del balón (en no más de 5 situaciones) quien se llevó la ovación de toda la gente quemera cuando dejó el campo de juego.

Pasó mucho tiempo desde el último partido en Alcorta y Luna. Varios jugadores, algunos parte de una página de la historia del club, ya no estaban. Pero eso al hincha nunca lo condiciona. Las expectativas al comenzar un nuevo torneo, siempre se renuevan. Por eso, una gran cantidad de hinchas dijeron presentes y esperaban ver algo que, prácticamente, no vieron en ninguna parte del encuentro. Porque Huracán volvía a jugar sin centro delantero, pese al horror que había sido el primer tiempo contra Godoy Cruz.

Es muy difícil generar situaciones de riesgo cuando tenés en el campo a tres mediapuntas y un delantero externo, y ninguna referencia de área. Pese a que la rotación existió constantemente entre los 4 jugadores de ataque, ninguno siente esa posición. Además, los bajísimos rendimientos de Montenegro y Mariano González, actúan como causa para que el efecto sea que el equipo no funcione.

Ninguno de los 11 tuvo una actuación que supere los 6 puntos. Como mencionamos anteriormente, Pussetto, con un par de jugadas en las que sacó provecho de su velocidad, hizo levantar al público, quien notó un entusiasmo en ir hacia adelante, como no se veía en el resto de sus compañeros. Bajo nivel de Bogado (salió en el entretiempo), aunque es cierto que era de los pocos que se mostraban para trasladar la pelota.

El gol visitante llegó tras un error del debutante Romat, seguido a un horror de Marcos Díaz. Si Quilmes había salido a esperar desde el inicio, ni hablar luego de ponerse en ventaja. La desesperación de la gente por no ver en la cancha a un “9” (cuando firmaron cuatro en dos semanas) crecía cada vez más. Y no era por melancolía por extrañar a “Wanchope” Ábila, sino por ver que el equipo juega como si estuviera Ramón, abusando del pelotazo, pero esta vez, sin referencia.

En el entretiempo entraron Barrales y Toranzo. Si bien el desarrollo del encuentro no cambió, claro está que Huracán mereció un poco más que el empate. Es verdad, Quilmes tuvo varias contras que pudieron haber sido letales, pero la iniciativa fue siempre del local. Sin ideas claras, sin jugadas colectivas, pero con empuje. Se vuelve a carecer por la falta de puntería para convertir, incluso debajo del arco.

El descontento general al finalizar el partido, no fue tanto por el resultado en sí, sino por los rendimientos y, sobretodo, por el inentendible planteo táctico y los confusos cambios. El gran lector de partidos, como demostró serlo Domínguez desde que es director técnico, este torneo no parece tener mucha lógica. Al menos, la lógica que se ve desde afuera. Falta muchísimo, pero 1 punto sobre 6, contra rivales de los denominados “ganables”, deja un sabor muy amargo. Hay tiempo para cambiar, pero no hay que demorar más y ganar en Victoria.