El Club Atlético Huracán es una institución autodestructiva y el fútbol profesional es apenas la ventana grande de eso. En ese sentido, ha soportado adversidades mucho mayores que la actual y sin embargo está atrapado en un círculo vicioso del cuál no logra salir. ¿O no quiere?
La derrota de esta tarde ante Lanús lo obliga a esperar hasta la última fecha para saber si jugará un desempate por el descenso: innecesario. En el medio, las elecciones, los rencores, los egos, todo aquello que haga de Huracán algo triste y pequeño sale a flote en estos momentos.
Jugadores como Fritzler y Angulo fueron invitados a firmar contrato con el club bajo la promesa de pelear títulos importantes. Nada más lejos. Pasaron tres mercados de pases donde el CD manejó ingresos históricos y la decisión caprichosa y arbitraria de no completar un plantel digno. Sin embargo se pagó por el pase de Diego Mendoza un jugador muy pobre en rendimiento, con pocos goles y que en el único triunfo digno por la Copa Sudamericana ante Deportivo Anzoategui declaró que “les demostramos”. La pregunta sería ¿qué cosa o a quién? Luego, aclaró que nunca amenazo a nadie para que le compren el pase, justificando su labor en la cancha.
Más allá de que la culpa no es de un jugador parece una demostración extraña de falta de compromiso por parte de varios jugadores con una institución que tiene más de cien años de historia. Una historia marcada fuertemente por la identidad futbolística, algo que queda en suspenso viendo los nombres y las formas de juego de los cuerpos técnicos elegidos para el club. Pero eso no es lo peor, porque ni siquiera se renuncia a un estilo de juego por la garra y la disciplina, no hay nada. Ni pelear el descenso sacude el orgullo del plantel que hoy representa a Huracán.
En pocos días habrá elecciones. Quienes quieren la continuidad de Alejandro Nadur le adjudican la obtención de dos títulos después de años y el orden económico. Quienes pretenden que el presidente deje su cargo por alguno de los opositores remarcan la situación de abandono de la sede, de los terrenos del gas, de dinero malgastado y el compromiso constante con el descenso.
A pesar de eso, los problemas de fondo no se resuelven. El no socio crítica algo que le molesta y la contrapartida de eso es un socio autoatribuyendose la propiedad intelectual y moral de la institución entera indignado ante la opinión de otro hincha pero sin carnet. Una lista opositora está mayormente compuesta por personas que participaron de la comisión directiva oficialista y entre ellas intercambian declaraciones culposas. Algunos jugadores que parecen haber quedado extasiados por la gloria de dos títulos locales, de los cuales uno de ellos se definió en sólo 90 minutos y sucedieron hace más de dos años. Y en caso de conseguir el punto que los salve de un nuevo descenso el próximo partido en el Tomás Ducó ¿habrá aplausos otra avez?
Mientras Huracán sostenga en el tiempo esta mirada en pequeñeces, jamás crecerá y se autodestina al fracaso continuo, tropezando una y otra vez con las mismas piedras. Mientras equipos más modestos en todos los sentidos consiguieron títulos locales e internacionales durante una década, el Globo continúa en el laberinto eterno, sin ideas superadoras y sufriendo por un miserable punto para no ser un equipo pentadescendido, ¿triste, no?