«¿Que sería de un club sin el hincha? Una bolsa vacía. El hincha es el alma de los colores. Es el que no se ve, el que se da todo sin esperar nada. Eso es el hincha… ESO SOY YO.«
Cuántas veces habremos visto o escuchado esa famosa frase de Enrique Santos Discépolo, de la película “El hincha”, y nos hemos sentido totalmente identificados. Porque los que sentimos la pasión del fútbol, sabemos que el rol de la hinchada es fundamental, tanto que es considerada una de las “cuatros patas” que todo club necesita que estén equilibradas y tirando para el mismo lado, junto con los jugadores, el cuerpo técnico y la dirigencia (las tres patas restantes).
Entonces, cómo se le explica a aquel hincha que estaba esperando ansioso la posibilidad de poder ir a ver el partido por octavos de final de la Copa Argentina, que no va a poder asistir porque es considerado de alto riesgo. Si bien es un “duelo” con pica entre las hinchadas, cabe destacar que no hubo incidentes en encuentros previos, ni tampoco alguna de las dos parcialidades tuvo inconvenientes en los partidos que ya disputaron en el certamen (y con presencia de su hinchada en las tribunas). Estamos en un país en donde la presunción de inocencia es una de las bases de la justicia (sin entrar en detalle si lo es o no…), pero en este caso, fecha FIFA mediante y con la posibilidad de jugar el partido en horario vespertino, siendo el único cotejo que tuvieran que controlar los organismos de seguridad, decidieron que cómo podría llegar a haber problemas, se juegue a puertas cerradas. Además de los argumentos antes mencionados, tampoco se entiende el porqué de la medida, cuando el resto de los partidos se jugaron con ambas parcialidades, incluso con algunas que habían provocado incidentes en partidos previos. Y como frutilla del postre, tampoco pueden asistir los medios partidarios de ninguno de los dos equipos.
Haciendo “la fácil”, privan a la gente de poder disfrutar de ver en vivo y en directo un partido de fútbol. Porque eso es lo que es, un simple partido de fútbol. Pero para muchos, el placer de estar en la tribuna, apretado, con calor, quizás sin poder visualizar el 100% del terreno (como ocurre en varias canchas), no importa de la manera que fuese, es incomparable con nada, ni con el mejor sillón ni la mejor Tv del mundo. Y como plus, tener enfrente a la hinchada rival, algo que tendría que ser lo normal, pero que sólo en esta Copa se puede disfrutar. Porque el futbolero promedio, el hincha verdadero, disfruta esto. No importa que después tengas que esperar varios minutos una vez finalizado el partido para que te dejen salir, pero la previa, el durante y también el después (sobre todo cuando el resultado es positivo), con ambas tribunas con público, le dan ese gustito especial, el famoso folklore, que esta vez ni los Quemeros ni los Fortineros vamos a poder saborear.